
Me gustaría (d)escribirte. Tu pelo oscuro y liso, tu nariz aguileña y discreta. Tus ojos como pozos de agua turbia y profunda. Tus orejas (¿Por qué ya nadie habla de las orejas?) curvas, suaves, con el lóbulo pegado y pidiendo a gritos (¿Cómo coño grita una oreja?) que las coman. Y los labios, papel de fumar, liados con mimo (fumar perjudica gravemente su salud y la de los que están a su alrededor). Y entonces viene piel y más piel con pliegues y olas, eres (a)mar y yo me ahogo.
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