Descripción del blog

Combinación de escritos e imágenes, palabras y esbozos, o, al fin y al cabo, letras y trazos. Textos variados con sus respectivos dibujos de aquello que evocan. Aquí encontraréis aproximadamente cada semana una dosis de ideas y sensaciones, un intento de transmitir nuestra visión de la realidad, o de hecho, nuestra ficción.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Vuelos




La rutina nos adormece las percepciones y la capacidad de sorprendernos por las vivencias que hoy se han convertido en el pan de cada día. Así lo siento ahora mismo en el avión en el que voy. Aunque haya volado muchas veces, por primera vez me he dado cuenta de que estaba volando. De que para mirar las nubes tengo que agachar la cabeza, y no levantarla. Todas esas pequeñas islas que surcan los cielos, descargando tormentas, rociando baldías tierras después de tres meses de sequía, estos entes inmortales y etéreos a la vez, estos seres superiores, quedan hoy a mis pies. Hoy mando yo. No parece que el resto de pasajeros se den cuenta, tal vez algún niño. 
Todo queda muy lejos, todo está muy, muy abajo. Cuando voy al baño, meo a dos mil metros de altura. Repito, estoy meando a ocho mil metros. Ocho mil putos metros. Si la orina se dejará caer a través de un agujero, según mis cálculos, llegaría al suelo a unos 400 metros por segundo, que són 1400 kilómetros por hora. Contando la fricción del aire y otros factores diremos que llega a 1000 kilómetros hora. Eso es orina golpeando el suelo a más velocidad que un fórmula uno. Que el tren bala de Japón. Mi meado es el vehículo más veloz del planeta.
Al asomarme lo veo todo tan lejos que parece completamente inmóvil. Es como si al alejarme, todo restara quieto hasta que yo vuelva para darle al interruptor . Soy yo, al ir por los sitios, que creo el movimiento. Todo aquello que está suficientemente lejos, no es. No fluye. Es un cuadro o una postal. El río se convierte en un trazo de pincel que no va a desembocar en el mar, no erosionará las piedras por las que pasa, los peces no nadarán, quedarán ingrávidos, como las nubes. Yo dictaré cuando podrán volver a ser peces, a ser río. Seré el dictador del mundo. El emperador del movimiento. El fuhrer del suceder y el pasajero del 16C que se ha quedado dormido al soñar despierto. Despierto una hora después y un golpe de estado me ha bajado de las nubes y enderrocado mi imperio. Estamos ya en tierra y toca coger las maletas y bajar uno por uno por las escalerillas. Somos doscientos pero sé que solo uno ha volado.

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